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Ante la proximidad de las fiestas de la Magdalena vemos necesario hacer un poco de historia para comprender las tradiciones que nos han legado los antiguos habitantes de la ciudad de Castellón.

 

Hemos de saber que en la antigüedad las romerías o peregrinaciones que realizaban estos pueblos servían para tomar contacto con lo sagrado, de manera que los peregrinos podían encontrar este tipo de experiencias yendo a una montaña, ermita, cueva, o lugar que le recordara sus ancestros.
El pueblo de Castellón desde hace muchas generaciones celebra la Romería de les canyes peregrinando a la ermita de la Magdalena, en recuerdo de la bajada de sus antepasados desde el Castell Vell a la Plana.
Según la tradición esta romería tiene lugar el tercer domingo de cuaresma a las 6´30 horas de la mañana, dándose inicio a la misma con los primeros volteos de la campana “Vicente” que repica alegremente en el emblemático Fadrí, anunciando la festividad del día. Al mismo tiempo se prende fuego a una “mascletá” a tipo de “despertá” para que los romeros se levanten y puedan ir en multitud a recoger la caña con la cinta que son entregados en el Mercado Central.
Congregados los castellonenses, desde los niños hasta los más entrados en edad, en la plaza del Ayuntamiento y tras la misa de los romeros, empuñan la caña con su cinta verde en una mano, y el "saquet" con la tradicional tortilla de habas en la otra, dirigiéndose todos, como si de una divina llama se tratara, a rememorar el testimonio de fidelidad a sus orígenes.
De esta manera tan sencilla, pero muy simbólica da comienzo el típico recorrido por los senderos de las antiguas huertas, pasando por el primer molí hasta la ermita de Sant Roc de Canet, descanso obligado para el romero donde se dispondrá a reponer fuerzas con el ya merecido bocadillo de habas y la degustación de la típica figa i doset. Seguidamente los peregrinos retoman el peregrinaje y ya a lo lejos divisan en las primeras peñas del desierto Les Palmes la ermita blanca de la Magdalena, símbolo del viejo castillo de sus antepasados, antiguo hábitat que estos pobladores abandonaron hace más de siete siglos, al otorgarles el Rey Jaume I en 1251 el privilegio de poder fundar una nueva villa en los extensos terrenos de la Plana.
Una vez llegada la romería al Castell Vell se dispara una mascletá anunciando su llegada y al mismo tiempo se inicia el reparto de los rollos a los romeros. Seguidamente los peregrinos acceden al ermitorio para poder hacer sonar la campana de la ermita y realizar su visita anual al antiguo Castell Vell, así como acercarse a la Roca de la antigua leyenda de la Sangre del moro, muerto a manos de los cristianos.
Tras la comida de hermandad termina la fiesta en el ermitorio de la Magdalena y da comienzo la denominada torná con el clero, “junta de Festes”, Corporación Municipal y Autoridades, encabezando nuevamente la romería siguiendo el mismo recorrido para cumplir un año más con la tradicional Romería de les Canyes a la Magdalena.
Esta peregrinación a la ermita de la Magdalena es en realidad el acto conmemorativo más antiguo del cual existe documentación, ya que desde los tiempos inmediatos al traslado a Castellón, los primeros castellonenses comenzaron a celebrar esta primitiva procesión al Castell Vell, tomándolo como una romería penitencial y símbolo de lealtad a sus antepasados. La ubicación de esta ermita se sitúa en el interior de uno de los aljibes que tenía el Castell de Fadrell, y se trata de una construcción de la que en 1455 se construyó el pórtico y un año después la capilla, luego en el siglo XVII la cocina y en el XVIII la hospedería.
El “castillo de Fadrell”, también llamado Castell Vell, se trata de un castillo de origen musulmán construido entre los siglos XI y XIII.
Respecto a la bajada del monte a la llanura de los antiguos pobladores cuenta la leyenda que les sobrevino la noche y una fuerte tempestad, además del consiguiente peligro al adentrarse en las tierras pantanosas y fangosas de la Plana, por ello decidieron atar un farolet en el extremo de cada cayado, alumbrando así el camino por el que pasaban para sortear este peculiar terreno de la huerta castellonera.
Los niños llevaban un pan cocido en forma de rollo a modo de collar, y los mayores tanteaban con las cañas a modo de pértigas el terreno pantanoso por el que debían pasar, de esta manera tan natural surgieron los símbolos de nuestras fiestas de la Magdalena.

Con esta breve reseña histórica y cultural de la tradicional romería de les canyes, le deseamos estimado lector unas Felices Fiestas de la Magdalena 2014.
¡Magdalena Festa Plena!

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