Y TÚ, ¿TAMBIÉN BUSCAS LA FELICIDAD?

Todos queremos ser felices; es muy difícil encontrar a alguien que renuncie sinceramente a la felicidad. La Felicidad, presenta ciertas paradojas: es, al mismo tiempo, fácil y difícil de definir. Es difícil definirla con palabras y, sin embargo es muy fácil saber lo que es de manera práctica, tan sólo tenemos que recordar un momento feliz de nuestra vida y ahí tenemos la definición de la felicidad.

En su "Ética Nicomáquea" Aristóteles afirma que la Felicidad es el mayor de los bienes a los que puede aspirar el ser humano, ya que la felicidad es un fin en sí misma y el que es feliz no necesita nada más. Platón nos respondería que la felicidad no es planta de esta tierra y que los seres humanos tan sólo tenemos acceso a felicidades relativas, y esto lo podemos constatar al hacer un repaso de nuestros momentos felices y darnos cuenta de cómo varían de intensidad entre ellos.

¿ CUANDO PODEMOS ALCANZAR LA FELICIDAD ?

Ortega y Gasset afirmaba que los seres humanos tenemos una vida proyectada, que es la vida como quisiéramos que fuera y la vida real, que es la que vivimos. Cuando coincide la vida real con la vida proyectada nos encontramos con el prodigioso fenómeno de la felicidad. ¿Y cuándo coincide nuestra vida proyectada con nuestra vida real? Seguramente en muy pocas ocasiones.

Los filósofos estoicos decían que hay cosas que dependen de nosotros y otras cosas que, ultérrimamente, no dependen de nosotros. Las que dependen de nosotros son nuestros actos, decisiones, emociones y nuestros pensamientos.
Las que no dependen de nosotros son las riquezas, las enfermedades, la muerte, la vejez, los honores, la fama, la consideración que los demás tengan de nosotros...
Decían: si tu problema tiene solución, o sea, si depende de ti solucionarlo, ¿de qué te quejas? Y si no tiene solución, ¿de qué te quejas?.
"No pretendas que las cosas sucedan tal como deseas, sino desea que las cosas sean tal como suceden, y serás feliz".

Todas las escuelas de filosofía que han existido a lo largo de la historia, cada una con sus matices, han propuesto unas finalidades y determinada actitud ante la vida que propician la aparición de la felicidad.

La filosofía es amor a la sabiduría y la sabiduría implica también saber ser feliz, pero una felicidad consciente, el ser capaz de vivir en el mundo, con sus problemas y, al mismo tiempo aportar soluciones.

La Escuela de Filosofía Nueva Acrópolis, propone, como uno de sus objetivos fundamentales, el desarrollo de las potencialidades de cada ser humano: la voluntad, la inteligencia, la capacidad de amar, y valores como la generosidad o la valentía. Porque ese desarrollo de potencialidades implica la adquisición de la fortaleza necesaria para alcanzar la felicidad consciente, pues la vida, queramos o no, está salpicada de problemas y dolores y necesitamos fortaleza para ser felices al tiempo que los solucionamos.

NECESITAMOS SER FELICES

El sentimiento de felicidad nos vuelve más ágiles, más dispuestos a la acción, más generosos y comprensivos con la gente. Nos sentimos en paz con el mundo. Todo es brillante, todo es fácil, todo tiene solución. La falta o la pérdida de felicidad hace aparecer : la tristeza, apatía, irritabilidad, egoísmo, rencor, oscuridad mental e imposibilidad de encontrar soluciones. Necesitamos ser felices, no solamente por nosotros, sino también por la felicidad que podemos proyectar a nuestro alrededor.

Siempre, por difíciles que sean las circunstancias, la vida nos da la posibilidad de amar, de ser valientes, de utilizar nuestra inteligencia, de aprender algo nuevo, a cada segundo nos da la oportunidad de utilizar nuestra voluntad y empezar de nuevo.

Cuando nosotros recordamos un momento feliz del pasado y lo analizamos, nos damos cuenta de que aquel no fue un momento en el que faltaran los problemas. Vistos con perspectiva, ahora nos parecen insignificantes o, simplemente, fueron superados. ¿Quién nos dice que no nos sucede lo mismo en este momento, que, tal vez, nuestros problemas y dolores no son tan grandes como ahora creemos y que, como hicimos en el pasado, los volveremos a superar?

Imitando a Aristóteles: no estudiamos la felicidad para saber definirla, sino para ser felices.

José Luis Romero